A todo esto, el roncador se convierte en una persona hiperactiva y charlatana que se siente en la obligación de darme toda la información que le parece relevante, a lo que respondo con síes, mientras pienso que no debería hacerlo, porque en realidad no estoy escuchando, sigo inmersa en mi momento relax, mientras parlotea.
Buenísimo, eso es estar frito del todo.